Introducción
Si el lector ha prestado la debida atención a la narrativa del Antiguo Testamento, al llegar a los libros de Esdras, Nehemías y Ester se encontrará con un relato en el que convergen diferentes epílogos, y a la misma vez generan una expectativa mayor sobre lo que devendrá en la historia de la nación de Israel. Desde el punto de vista de ellos como nación, queda un sabor amargo debido a la reiterada incapacidad que siguen demostrando para cumplir su parte del pacto y en su fidelidad para con Dios. Pero por el otro lado, al repasar toda esta narrativa que comenzara en Génesis, se observa de qué forma Dios sí ha permanecido fiel, especialmente desde aquel pacto con Abraham que inauguró su trato con su descendencia y la llegada de la simiente. Así como se observa esto con claridad a través de toda la narrativa anterior a la deportación, también ahora, luego del exilio.
Esdras y Nehemías, un solo acontecimiento narrado
Los libros de Esdras y Nehemías conforman un solo relato en la Biblia hebrea. Esto es importante para lo que se presenta en este ensayo porque existe una relación determinante entre ambos libros.
Si se puede destacar algo esencial, es la fidelidad y soberanía de Dios en su control sobre los reinos del mundo.
Si bien no es Esdras el primero en regresar de la cautividad, la historia narrada en este libro ciertamente nos muestra cómo sí ocurrió el mismo. Y si se puede destacar algo esencial, es la fidelidad y soberanía de Dios en su control sobre los reinos del mundo. Fue Ciro, el rey persa, quien ordenó el regreso y es lo primero que la historia nos relata (Esdras 1); Dios está cumpliendo sus promesas de forma indiscutible. E incluso a través del resto del texto se puede corroborar que siempre obró en esa dirección.
«Su elección de Abraham, su rescate de Israel de Egipto y su paciencia bajo sus provocaciones, dominan la gran confesión de Nehemías 9 y, menos ampliamente, de Esdras 9»[1], y esto es algo que no se puede pasar por alto. Hay que destacar que la elección de Esdras como líder espiritual de la nación juega un papel importante en lo que respecta a la actitud del pueblo hacia Dios ya que su manejo y vivencia de las Escrituras potenció el avivamiento del pueblo (Esdras 7:10; 9), especialmente en ese reconocimiento de que fueron llevados cautivos de la tierra prometida a Abraham por causa de su desobediencia (Esdras 9:7). En Nehemías se puede ver con total claridad que la oración por una restauración está basada en la promesa de la tierra donde Dios había prometido hacer morar su nombre (Nehemías 1:9).
Que la fidelidad de Dios y no la del pueblo es el punto que el narrador desea clarificar ha de ser confirmado en la triste observación de que tanto en Esdras como en Nehemías el remanente es culpable de quebrantar el pacto con respecto a la unión en matrimonio con mujeres extranjeras (Esdras 9; Nehemías 13:23-28). Ninguna disciplina ejecutada por Dios cambió el corazón de la nación y aún se espera el cumplimiento de la llegada de una simiente real que provea lo que la ley no pudo. Si el lector nota con atención la confesión en Esdras 9:9, el escriba y sacerdote reconoce que el obrar de Dios a favor de ellos es una muestra de fidelidad al pacto y la tierra que les dio, porque «el término hebreo para “muro de protección” es metafórico… Salmo 80:12; Is. 5:5 describe el cerramiento de una viña y se refiere a (una inversión de) el cuidado protector de Dios para el pueblo del pacto y su tierra»[2].
Ambos libros envuelven un sentido claro de restauración que señalan principalmente «un énfasis en la reconstrucción del templo en Esdras, y en Nehemías, un énfasis sobra la reconstrucción de los muros de la ciudad de Jerusalén luego que el templo hubo sido levantado»[3]; estos son dos asuntos que solidifican la verdad de que Dios está involucrado en la historia con el propósito de cumplir su pacto con Abraham, de establecer a su pueblo en su tierra.
Ester, una confirmación de que Dios es fiel
Si los libros de Esdras y Nehemías muestran a un Dios soberano mencionado 147 veces y obrando con una mano evidente sobre los acontecimientos a favor de su pueblo, el libro de Ester se destaca por ni siquiera mencionarlo una sola vez. Sin embargo, «la providencia de Dios se insinúa a través del uso de la coincidencia y la sorpresa dentro del texto»[4]. Sus personajes principales, Ester y su tío Mardoqueo no son los mejores ejemplos de personas piadosas, sin embargo a través de ellos la mano providente de Dios se destaca usándolos para preservar al pueblo de un exterminio seguro. La petición del malvado Amán de exterminar al pueblo en todo el reino, incluía la provincia persa de Judea, pero aún allí quedó sin efecto por la petición de la reina Ester a su esposo el rey Asuero de permitir a los judíos defenderse (Ester 8:11; 9:16).
Uno de los versículos más impresionantes del libro de Ester, y quizá de la Biblia, es 6:1, «Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y dijo que le trajesen el libro de las memorias y crónicas, y que las leyeran en su presencia»
Joyce Baldwin acierta cuando dice que «es fácil ver por qué este libro es valorado por los Judíos… y que se han aferrado al Purim…porque creen que tienen un futuro»[5]. Fue la esperanza de ellos de una tierra prometida y que, a pesar de la perfidia de la nación, Dios se comprometió en su fidelidad a cumplir. En un texto tan especial como Ester 4:14 donde Mardoqueo habla de «un respiro y liberación» , y aunque no lo menciona a Dios, el lector puede percibir que «el propósito de la providencia era elevarla a ella [Ester] a la dignidad de reina»[6].
Uno de los versículos más impresionantes del libro de Ester, y quizá de la Biblia, es 6:1, «Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y dijo que le trajesen el libro de las memorias y crónicas, y que las leyeran en su presencia». ¿Por qué? Porque es el punto de inflexión del libro donde Mardoqueo es reconocido por descubrir una amenaza contra el rey, y es también el punto de partida para el evento que mostrará de qué manera tan obvia Dios libra a su pueblo y mantiene la lealtad a su pacto con Abraham de «maldecir a los que lo maldijeren» (Gn. 12:3).
Conclusión
Se puede concluir con decisiva certeza
que a pesar de que la nación de Israel no fue fiel ni al regreso a la tierra
por parte del remanente que lo hizo (Esdras – Nehemías), y que tampoco están
preocupados por volver a ella por parte de quienes prefirieron quedarse (Ester);
que no obstante esto, Dios se mantuvo fiel a sus promesas a Abraham permitiendo
que su descendencia retorne a la tierra prometida y sean establecidos. Habrá
que esperar mucho tiempo más para que la simiente del padre de la fe venga a
reinar y cambiar definitivamente los corazones de su pueblo para que obedezcan
de todo corazón.
[1]Derek Kidner, Ezra and Nehemiah (Downers Grove: InterVarsity, 1979), 20
[2]Leslie C. Allen, Ezra, Understanding the Bible Commentary Serie (Grand Rapids: Baker Books, 2003), 121
[3]Robert Boyd, Boyd’s Bible Handbook, Nehemiah (Eugene, OR: Harvest House, 1983), 209
[4]Debra Raid, Esther, Tyndale Old Testament Commentary, 13 (Nottingham, England: InterVarsity, 2008), 71
[5]Joyce G. Baldwin, Esther (Downers Grove: InterVarsity, 1984), 37
[6]Robert Jamieson, A.R. Fausset, D. Brown, Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia, Ester (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1981), 383