De acuerdo con Moisés en Levítico y Números, ¿cuál fue el propósito de la ley para Israel?

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La clave para entender la ley en Levítico y Números

El libro de Éxodo ha quedado atrás en la historia cronológica de la nación de Israel; pero desde la historia narrada en él, se sabe que ellos fueron escogidos para ser un pueblo especial, rescatado por el Señor. Seguidamente, los libros de Levítico y Números comienzan a delinear como la dádiva de la ley y todo lo que ella significa fueron otorgadas para mostrar que la nación debía ser diferente a los demás pueblos de la tierra.

La ley en Levítico

Levítico es un libro sumamente instructivo y que merece la atención de cualquier lector de la Palabra de Dios; no solamente por formar parte de ella sino porque contiene lo que podría llamarse «un manual de santidad». Un libro cuya extensión de tiempo fue de aproximadamente un mes, posee las instrucciones que Israel precisaba para una adoración agradable al Señor. Este concepto arraigado en la adoración y santidad se observa desde el primer versículo donde se relata que, erigido ya el tabernáculo, Dios habla a Moisés desde allí mismo (Levítico 1:1).

«Santos» y «santidad» son dos vocablos reiterados a lo largo de todo el libro de Levítico, no dejando lugar a dudas sobre el carácter del mismo.

Hay una clara división en el libro que permite una orientación definida para comprender el propósito que, según Moisés, la ley presenta en este libro. Los primeros dieciséis capítulos apuntan a la manera en que el pueblo de Israel debe presentarse delante de Dios y los capítulos restantes, diecisiete al final, tienen que ver con la vida de santidad y pureza requerida para la nación redimida. Estas dos grandes divisiones concuerdan en el mismo punto expresado anteriormente destacando la singularidad de la nación de Israel con respecto a todos los demás pueblos de la tierra. «Santos» y «santidad» son dos vocablos reiterados a lo largo de todo el libro de Levítico, no dejando lugar a dudas sobre el carácter del mismo y la manera en que las leyes dadas por Moisés confirmarían esto.

Como lo menciona Jay Skar, «¿Cómo puede el santo y puro Rey del universo habitar entre su pueblo pecador e impuro? ¿Cómo puede vivir aquí, en medio de nosotros, sin que su santidad nos funda en nuestro pecado e impureza?[1] Entonces Levítico responde esto de forma concreta. La brevedad de este ensayo no permite sino puntualizar los aspectos que más se destacan del libro en lo concerniente al asunto tratado. De esta manera, se dirá que Levítico 16 es un capítulo central que describe lo minucioso del celo de Dios por la santidad de la nación al proveer un mandato para una expiación nacional anual.

Y luego hay que referirse a Levítico 26:14-39 donde Moisés describe una extensa lista de consecuencias nefastas para la nación en caso de que quebrantaran el pacto viviendo de manera opuesta a la santidad que Dios demandaba de ellos. De forma resumida entonces, la ley en Levítico señala a «la creación de una sociedad en la que el carácter y los deseos de Dios para la humanidad puedan verse en la vida corporativa de la nación»[2].

Entender los ciclos de desobediencia de la nación puede ayudar sin duda a una percepción más fina de la importancia de la ley que Moisés comunica a lo largo de toda la narrativa de Números.

La ley en Números

Contrario al libro de Levítico, el libro de Números es el que mayor extensión de tiempo implica ya que ocupa 38 años de la historia de la nación, una historia triste y lamentable porque señala las consecuencias del pecado del Israel desobediente y rebelde cuya generación emigrada de Egipto habría de perecer por completo antes de que pudieran poseer la tierra prometida. En el libro de Números existe una combinación de ley y narrativa; «Las leyes  prescriben cómo debe viajar Israel organizado como ejército sagrado de Dios hacia la tierra de la promesa y lo que deben hacer cuando lleguen allí (cf. Nm. 1-10, 28-30, 34-36), mientras que las narraciones describen los giros del viaje (Nm. 11-14, 20-21)[3]». Entender los ciclos de desobediencia de la nación puede ayudar sin duda a una percepción más fina de la importancia de la ley que Moisés comunica a lo largo de toda la narrativa de Números. Una lectura de corrido de todo el libro demostrará lo recién mencionado.

Como lo alude el mismo Wenham en lo que tiene que ver con la combinación de leyes y narrativa, hay relatos que dejan entrever muy claramente que Dios continuaba desarrollando su plan para la nación de Israel, porque «la exigencia de ofrecer grano, aceite y vino junto con el sacrificio de animales es una promesa implícita de que un día Israel entrará en Canaán a pesar de los acontecimientos descritos en los capítulos 13-14 anteriores»[4]. Y puede decirse lo mismo acerca de las seis leyes acerca de la tierra que aparecen desde Números 33:50 hasta el final y que permiten al lector vislumbrar el cumplimiento de la promesa[5].

Conclusión

No deben dejar de destacarse algunas cosas que aparecen como ingredientes relevantes en Levítico y Números y que atañen a la santidad de Dios, y la imposibilidad de que Dios habite en medio de un pueblo gobernado por el pecado. Como también el hecho de la incapacidad del hombre de acercarse a Dios por su propio mérito, pero a la vez manifestando la bondad de Dios al proporcionar el medio para acercarse a Él y que finalmente Israel pueda funcionar como el canal de bendición para que el mundo pudiera acercarse a Dios por medio de un reino de sacerdotes. Tanto el libro de Levítico como el de Números enmarcan a la nación de Israel dentro del plan de Dios para que sean «su especial tesoro sobre todos los pueblos» (Éxodo 19:5), y para que, por medio de las claras disposiciones de la ley, demostraran tal distinción con una total certidumbre. Los lectores atentos encontrarán en el desarrollo de estos mandatos una explícita demostración de la fidelidad de Dios para con Israel.


[1]Jay Sklar, Leviticus, Tyndale Old Testament Series,3 (Nottingham, England: Inter-Varsity Press, 2008), 43

[2]Ibíd., 43

[3]Gordon J. Wenham, Numbers, Tyndale Old Testament Series,4 (Nottingham, England: Inter-Varsity Press, 2008), 27 

[4]Ibíd., 28

[5]Ibíd., 28





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Ricardo Daglio

Ricardo estuvo pastoreando por 16 años en Salto, Uruguay. Desde el 2008 pastorea la Iglesia Bíblica de Villa Regina (UCB) en Villa Regina, Río Negro, Argentina. Está casado con Silvina y tienen tres hijos: Carolina, Lucas y Micaela. Estudio en el Instituto Bíblico de la Unión de Centros Bíblicos. Continuó su capacitación en el Instituto Integridad y Sabiduría y está cursando su Maestría en Ministerio Bíblico en The Master's Seminary.