Reseña de la introducción y de los capítulos 1 al 3 del libro «La batalla por el comienzo» de John MacArthur

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Introducción

 Esta reseña señala los beneficios de la lectura de una sección del libro La batalla por el comienzo, y que permiten arribar a conclusiones valiosas sobre la importancia que reviste la consideración e interpretación literal de los primeros cinco versículos del libro de Génesis. El corolario es el resultado de una exposición franca y de carácter apologético que presenta el autor, ya que la correcta interpretación del texto bíblico define no solamente lo que se cree de los orígenes de todo sino también, y muy especialmente, del resto de la revelación bíblica y el plan de redención de Dios para el hombre (21).

Resumen

Con una magistral y extensa introducción el autor no deja lugar a dudas acerca de la dirección que persigue en su exposición y que se podría decir que presenta básicamente dos cosas: Demostrar lo necio y contraproducentes que demuestran ser los argumentos sobre la evolución y su hijo predilecto, el naturalismo (1, 15, 17)); y por otro lado, transmitir la triste y preocupante realidad de que la iglesia del siglo veintiuno está abdicando a la defensa de todo lo que enseñan las Escrituras acerca del origen de todas las cosas (18). Ambos aspectos no hacen más que reforzar las convicciones de quienes toman la Palabra de Dios como autoridad final sobre qué es la verdad.

Evaluación crítica

Nada mejor que una puntual y sucinta expresión para tener un enfoque claro sobre lo que hay que defender; esto es lo que hace MacArthur al decir: «Si no podemos creer en los primeros capítulos de las Escrituras, ¿cómo podemos estar seguros de lo que enseña el resto de la Biblia?» (33). Esto es mucho más que un enunciado confesional, es la pregunta que afecta a los que tienen el púlpito como su «banco de trabajo»; define lo que pasa cada domingo en la enseñanza.

«Las Escrituras no contienen lo que podría llamarse la mejor de varias explicaciones posibles. Es la Palabra de Dios… crea lo que Dios ha hablado» – John MacArthur

Es de gran aliento, y también de gran sustento a la convicción bíblica que el autor ponga en alto la Palabra de Dios en la introducción del libro como medio suficiente para contrarrestar la teoría de la evolución y también la inclinación de muchos cristianos a amalgamar la Biblia con la ciencia, colocando a esta última como autoridad primaria para cotejar las creencias que se profesan (30-32). Esto debe fortalecer a quienes enseñan la Biblia públicamente, y también sostener a cualquiera que transite por la consejería, ya que precisarán de esta convicción para corregir lo que haga falta. Como se lee al final de la misma introducción, «las Escrituras no contienen lo que podría llamarse la mejor de varias explicaciones posibles. Es la Palabra de Dios… crea lo que Dios ha hablado» (34).

Partiendo de esta convicción, y apuntando a examinar con buena hermenéutica el contenido de los primeros versículos del Génesis, se puede entender perfectamente que la evolución sea «irracional tanto como es amoral» (40). Se requiere de un buen manejo de los detalles del primer versículo de la Biblia para rebatir el concepto del azar y la probabilidad, como responsables de todo lo que se ve hoy día; y asimismo para defender la creación e impedir que la gente pudiera sentirse a gusto con su pecado (44). Esto es, con toda razón, lo que promueve el evolucionismo al destronar a Dios (44) ya que elimina toda restricción moral para carecer así de un dador de leyes. Por lo tanto, cualquier estudiante serio de la Palabra de Dios puede encontrar aliento en el poder abrumador que encierra el texto de Génesis 1:1 al afirmar de manera concisa lo que la ciencia misma sostiene como «las cinco nociones científicas definitivas»: tiempo, fuerza, acción, espacio y materia» (47); esto es lo que alienta al predicador al descubrir que Dios ya lo había dicho desde el principio. A medida que aumenta el desarrollo de la revelación bíblica, la alternativa de que el hombre ha sido hecho conforme a un patrón celestial y no material (49), es más evidente y se reviste de una contundencia por demás razonable. No habrá lugar alguno para relativizar la moralidad o la verdad con subjetivismo (50).

Se puede decir con libertad que el axioma de sola Scriptura es competente para derrocar al evolucionismo y al naturalismo que están minados de especulaciones necias

No se puede dejar de considerar la relevancia que posee el defender la Palabra de Dios como fuente de la fe y creencia sin equivalencias que la igualen, algo que Jesús mismo dejó en claro (Mt. 24:35). Un intento de homologar la Biblia con la naturaleza socava la suficiencia y autoridad de la Palabra de Dios y tal como lo declara MacArthur, «una teoría científica actual ha venido a convertirse en un filtro interpretativo a través del cual los creacionistas progresivos leen y explican las Escrituras» (74). Este es justamente uno de los peligros que se evitan cuando se defiende la Palabra de Dios utilizándola expositivamente para contrarrestar estas y otras mentiras degradantes. Por lo tanto, se puede decir con libertad que el axioma de sola Scriptura es competente para derrocar al evolucionismo y al naturalismo que están minados de especulaciones necias, mientras que la Biblia, en pocas palabras, ilumina el razonamiento y transforma el corazón del hombre que busca con esmero la verdad.

            Finalmente, si hay algo que permite ver y exaltar la inteligencia creadora de Dios en esta parte del libro que se está examinando, es el lugar preponderante que se le asigna a la aparición de la luz, que hace que «el día y la noche» definan hermenéuticamente la manera en que se interpretará el resto de Génesis 1 (y por qué no decir el resto de la Biblia) y que contrarrestará la mentira de un «proceso evolutivo prolongado» (102) ya que «tarde y mañana» nunca se refiere en la Biblia a un proceso milenario sino a un día literal. Esto es invaluable para el predicador y consejero bíblico ya que establece y afecta la calidad y precisión de su enseñanza.

Conclusión

Negar la evolución con un énfasis rabioso tiene poco y nada de resultado para un estudiante de la Palabra de Dios; más bien precisa una comprensión bíblica de Génesis 1 que fundamente con absoluta certeza las convicciones que darán forma a su vida y por ende, a su enseñanza. La iglesia de Cristo siempre debe recordar que está en una batalla por el comienzo la cual no finalizará sino hasta el regreso del Creador.

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Ricardo Daglio

Ricardo Daglio

Ricardo estuvo pastoreando por 16 años en Salto, Uruguay. Desde el 2008 pastorea la Iglesia Bíblica de Villa Regina (UCB) en Villa Regina, Río Negro, Argentina. Está casado con Silvina y tienen tres hijos: Carolina, Lucas y Micaela. Estudio en el Instituto Bíblico de la Unión de Centros Bíblicos. Continuó su capacitación en el Instituto Integridad y Sabiduría y está cursando su Maestría en Ministerio Bíblico en The Master's Seminary.