¿Se cumplió el pacto Abrahámico según los libros de Deuteronomio y Josué?

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Recuperando el enfoque

Al arribar a la lectura de los libros de Deuteronomio y Josué, el lector de la Palabra de Dios quizá se sorprenda por el despliegue de poder, misericordia y sabiduría divina para con la nación de Israel que contrasta con la conducta ingrata de ellos para con Él. El macro enfoque de todo lo acontecido, sin embargo, puede hacer perder de vista de qué manera se está llevando adelante el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham hasta este momento de la historia de la revelación sagrada. Ya en Génesis 12:1-3 Dios prometió a este primer patriarca tres cosas concretas: La tierra (Gn. 12:1); una gran descendencia y nación (Gn. 12:2); y la bendición (Gn. 12:3). Este pacto fue asegurado incondicionalmente en Génesis 15 y señalado con la circuncisión en Génesis 17. Si bien el pacto tiene también características escatológicas, el resto de la historia se desarrolla hasta el final de Génesis y se consolida en el libro de Éxodo y, a pesar de todas las circunstancias vividas por la nación hebrea en Números, la revelación coloca su atención en Deuteronomio y Josué sobre la manera en que el pacto sigue en pie y, más aún, de qué manera se cumple.

La tierra es uno de los factores fundamentales a tener en cuenta y sobre lo que se hace énfasis.

La promesa en Deuteronomio

Deuteronomio es un libro fascinante, probablemente uno de los más importantes del Antiguo Testamento. Con el fin de abarcar mejor la premisa, se propone la  división de temas que ayudarán a constatar de qué manera Dios cumple el pacto Abrahámico a través de su desarrollo en este quinto libro de Moisés. Tal como se menciona anteriormente, la tierra es uno de los factores fundamentales a tener en cuenta y sobre el que se hace énfasis en este ensayo.    Considerando que los primeros tres capítulos de Deuteronomio funcionan como introducción y repaso para la nación de Israel, se puede indicar que a partir del capítulo cuatro se observa en primer lugar, la mención de la entrega de la tierra como fruto de la obediencia a los mandamientos establecidos (Dt. 4:1, 5, 14). En segundo lugar, los diez mandamientos repetidos a la segunda generación, incluyen la importancia de la herencia de la tierra prometida (Dt. 5:31), como la chance de que les vaya bien en la tierra si obedecen (Dt. 5:33). En tercer lugar se hace mención de la necesidad de una buena memoria sobre lo que Dios pide en la tierra a la cual pasan para tomar posesión (Dt. 6:1, 3, 10-12). En cuarto lugar, el desarraigo y cuidado de la idolatría también se relacionan con la tierra que poseerán (Dt. 7:1). En quinto lugar, Moisés describe la bondad de la tierra que entran a poseer (Dt. 8:7-1; 11:8-12, 21); como también la ausencia de méritos por parte de la nación para la obtención de la misma (Dt. 9:4-6). En sexto lugar se aprecia la relevancia de una muestra de misericordia para con los necesitados en la tierra a poseer, como también el requerimiento de llevar vidas justas en esa tierra (Dt. 15:4, 7, 11; 16:20) . Otros aspectos que relacionan el cumplimiento de la promesa al darle a la nación la tierra prometida a Abraham incluyen: No aprender las costumbres paganas (Dt. 18:9); la designación de ciudades de refugio (Dt. 19:1-3, 8) que incluye el arreglo de caminos y la extensión en cantidad de estas ciudades de protección. También la tierra heredada está relacionada con leyes diversas que incluían homicidios no resueltos (Dt. 21:1-8), no contaminarla con cuerpos muertos juzgados por crimen digno de muerte (Dt. 21:22-23), la advertencia contra la usura (Dt. 23:20), el divorcio (Dt. 24:4) y la honestidad en los negocios (Dt. 25:15).

Otras consideraciones en Deuteronomio

Algunas consideraciones más que destacan el cumplimiento de la promesa de la tierra como parte del pacto y que deben remarcarse tienen que ver con las bendiciones por la obediencia y la maldiciones por la desobediencia (Dt. 28 y 29). Hay una profecía sobre la futura rebelión de la nación que se asocia a la tierra (Dt. 31:16; 20-21) y la bendición de Moisés a las doce tribus (Dt. 33:13, 16, 21). Y por supuesto, no se debe ignorar que se le permite al mismo Moisés ver la tierra prometida a Abraham (Dt. 34:4). Una categoría distinta es posible señalar como parte del cumplimiento y es el que tiene que ver con el aumento de la población que Dios multiplicó «mil veces más» (Dt. 1:11) y que es algo prometido a Abraham en Génesis 12 .


El libro de Josué demuestra categóricamente lo que Deuteronomio indicó de manera inminente.

La promesa en el libro de Josué

Sosteniendo la misma temática, el libro de Josué demuestra categóricamente lo que Deuteronomio indicó de manera inminente. De por sí, el libro conforma el registro de la toma en posesión de la promesa hecha a Abraham. Es, por así decirlo, el cumplimiento visible del prometimiento, aunque como se corroborará, no es algo completo por incumplimiento del pueblo. Esto se puede registrar al igual que en el libro anterior, con un análisis descriptivo de los acontecimientos principales del libro de Josué. En primer lugar, el encargo a Josué se relaciona directamente con la promesa de la tierra (Jos. 1:2, 4, 6), como también el encargo que él les da a los oficiales del pueblo (Jos. 1:11, 13). Es notable, en tercer lugar, la relación de la tierra prometida con la historia de Jericó y Rahab (Jos. 2:9, 14, 18 y 24). En cuarto lugar hay que destacar la chance de la nación de comenzar a hacer usufructo de la tierra (Jos. 5:12). En quinto lugar, también los gabaonitas eran conscientes de que Dios entregaría la tierra a Israel (Jos. 9:24). En sexto lugar hay que destacar la mención del aniquilamiento de los anaceos de la tierra (pueblo que atemorizó a los doce espías en Números 13 y que derivó en el temor y rebelión de la nación) (Jos. 11:22).

Otras consideración en Josué

Otras consideraciones en Josué señalan a: La distribución de la tierra (Jos. 12:7); la tierra que aún debían poseer (Jos. 13:1); la tierra repartida por suertes y la posesión de Caleb –mención importante por su interacción en Números 14 – (Jos. 14:1-5, 9); el levantamiento del tabernáculo «después que la tierra fue sometida» (Jos. 18:1). Una mención especial merece la explícita mención de Josué 21:43-45, no faltando «palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel [porque] todo se cumplió». Luego se puede corroborar que hay advertencias solemnes de parte de Josué con relación a la certeza de perecer en la buena tierra que Jehová les dio (Jos. 23:13, 15-16). Finalmente, no se puede ignorar que en el discurso de despedida de Josué, Dios mismo les recuerda cómo los introdujo en la tierra, una tierra por la cual no hicieron nada, sino que la obtuvieron por gracia (Jos. 24:8, 13).

Cumplimiento y no cumplimiento en Josué

Debe hacerse énfasis no obstante que de alguna manera, y si bien el pueblo entró a poseer la tierra que Dios le dio, por un lado no obtuvieron todo lo que Dios les dio desde una perspectiva definitiva (Jos. 13:1) y de acuerdo la revelación continua en el libro de Jueces, (Jue. 2:23) lamentablemente el lector es informado que el pueblo fue negligente, desobediente y desafiante al mandamiento divino lo cual le ocasionó la desdicha y le posicionó en una espiral descendente hacia el juicio divino.

Conclusión

De esta manera entonces, se puede concluir que ambos libros, tanto Deuteronomio como Josué, poseen un alto grado de información explícita sobre cómo se cumple el pacto Abrahámico en esta parte de la revelación divina, siendo el último libro del Pentateuco la antesala y el libro de Josué la demostración completa de ello. La posesión de la tierra apunta a la primer parte del pacto (Gn.12:1); la repartición de la tierra señala a la cantidad de personas que ya conformaban la nación y concretan la segunda parte el pacto (Gn. 12:2); y por último, la buena tierra y la manera en que Dios se las dio destruyendo a los enemigos delante de ellos, indica que tenían Su bendición, cumpliendo así el tercer elemento de la promesa (Gn. 12:3), aunque la negligencia del pueblo dejó claros sinsabores por incumplimiento e infidelidad.

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Ricardo Daglio

Ricardo Daglio

Ricardo estuvo pastoreando por 16 años en Salto, Uruguay. Desde el 2008 pastorea la Iglesia Bíblica de Villa Regina (UCB) en Villa Regina, Río Negro, Argentina. Está casado con Silvina y tienen tres hijos: Carolina, Lucas y Micaela. Estudio en el Instituto Bíblico de la Unión de Centros Bíblicos. Continuó su capacitación en el Instituto Integridad y Sabiduría y está cursando su Maestría en Ministerio Bíblico en The Master's Seminary.